Filosofía (San agustín de Hipona)
Tarea #1
1. ¿Por qué
es necesaria la Iluminación?
San Agustín pensaba que no
podemos percibir la verdad inmutable de las cosas a menos que éstas estén
iluminadas como por un sol. Esa luz divina, que ilumina la mente, procede de
Dios, que es la "luz inteligible", en la cual, y por la cual, y a
través de la cual, se hacen luminosas todas aquellas cosas que son luminosas
para el intelecto.
La función de la iluminación
divina es hacer visible a la mente el elemento de necesidad o de relación
existente en las verdades.
2. ¿Cómo
demuestra San Agustín la existencia de Dios?
·
Prueba de la perfección de los rasgos
del Mundo. La variedad y mutabilidad de las cosas del mundo se nos
aparece ordenada. Encontramos belleza en el mundo. Esta belleza exige un
creador, aún mayor y más bello que esta belleza mundana; Dios es el artífice de
los rasgos del mundo. Este era un argumento ya conocido para los griegos.
·
Dios y la verdad se identifican. Dios y
la verdad se identifican: probar la existencia de esta supone probar la existencia
de aquel.
·
Consensus gentium. “El
poder del verdadero Dios es tal que no puede permanecer totalmente oculto a la
criatura racional, una vez que haya comenzado a hacer uso de la razón. Si se
exceptúan algunos hombres cuya naturaleza esta corrompida por completo, toda la
especie humana confiesa que Dios es el creador del mundo”.
·
Ascenso por los grados de bien.
Encontramos cosas buenas y agradables en el mundo. Una puesta de sol, comida
sabrosa, aire cálido, pero podemos concebir que lo que hay de bueno en estas
cosas es parcialmente bueno. Todas comparten una cualidad que, una vez
despojada de sus ejemplos concretos, se nos revela absoluta. Eso es dios.
3. Explica ¿por
qué se dice que la moral agustiniana es voluntarista?.
El conocimiento y la voluntad, ésta
(voluntas) es identica al amor (amor), se entreveran y determinan
recíprocamente. Como la unión amorosa con Dios es la última y auténtica meta,
está justificado calificar de voluntarista el pensamiento de Agustín. Hay un
primado del querer sobre el conocer. La inteligencia entra en ejercicio por
orden de la voluntad. La pureza del querer es condición de sabiduría. La verdad
es un bien que debemos amar con todas las energías del alma.
Agustín es el primer escritor
que nos presenta los conflictos de la voluntad haciendo uso de una terminología
precisa:
"Era yo quien quería, era yo
quien no quería: era yo precisamente el
que ni quería del todo, ni rehusaba del todo. Por eso luchaba contra mismo y me
atormentaba a mí mismo"
La libertad es algo propio de la
voluntad y no de la razón. La razón puede conocer el bien y la voluntad
rechazarlo, ya que esta es distinta y autónoma de la razón, aunque esté
vinculada a ella.
La vía de búsqueda de la
felicidad lleva del exterior, del mundo de los objetos y la experiencia de los
sentidos, al interior, a las facultades y obras espirituales del hombre. El
amor que aspira a lo eterno no puede hallar satisfacción en lo pasajero. Pese a
su finitud, el hombre está orientado hacia lo absoluto, pero mora entre las res
inmutabiles y las res mutabiles, y debe comportarse de forma distinta frente a
cada uno de estos niveles incompatibles de la realidad.
Agustín describe esta diferencia
utilizando el binomio uti - frui. Disfrutar (frui) significa ocuparse de una
cosa con amor por ella misma. Se habla de utilizar, o usar, cuando la voluntad
se ocupa de un objeto con el propósito de disponer de él en su propio provecho.
4. ¿Cómo es
compatible la existencia de Dios y su acción creadora con la presencia del mal
en el mundo?
El mal es un no ser, carencia del
ser, es decir, no es sustancia, pues si así fuera se presentarías dos
situaciones: si lo fuera estaríamos hablando de una substancia incorruptible,
sinónimo de un gran bien o una substancia corruptible, por lo cual el bien en
cuestión no podría entrar al campo de lo corruptible. Es importante comentar
que porque el mal es no ser no estaría Dios como su autor, pues nació de la
nada y, en consecuencia, la divinidad no es ser de la nada. “Siendo Dios bueno,
como tú sabes o crees y ciertamente no es lícito creer lo contrario, es claro
que no puede hacer el mal”.
¿Quién hace el mal? esa es la
pregunta que surge, considerando la naturaleza del bien absoluto de Dios es
imposible, dentro de cualquier razonamiento lógico, creer que Dios desearía el
mal para el mundo. San Agustín, en ese sentido, le puso nombre y apellido al
autor del mal: el mismo hombre, el ser humano. “Cada hombre que no obra
rectamente es el verdadero y propio autor de sus malos actos. Y si lo dudas,
considera lo que antes dijimos, a saber: que la justicia de Dios castiga las
malas acciones. Y claro está que no serían justamente castigadas si no
procedieran de la voluntad libre del hombre.” comenta San Agustín, frase a
través de la cual introduce un nuevo concepto: el libre albedrío.
El trabajo es bueno, pero faltó relacionar con las frases de Agustín y con el COVID- 19, sigue adelante...
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